jueves, 16 de febrero de 2012

Mi primera visita a Silos, 5 de Agosto de 1995... ayer !

Ya que sabéis mi apodo, os cuento porqué decidí pasar mis vacaciones en un monasterio y no en la playa como hace la mayoría. 


Era el año que estaba de moda el canto gregoriano, que sonaba en los Cuarenta Principales junto al resto de musica pop. Y la gente demandaba otro tipo de música que nos hiciera pensar en algo más que en juerga y ocio. Y yo, ajeno a modas como siempre soy, me dispuse a buscar la dirección postal de esos "cantantes", y le mandé una petición de asilo al Padre Abad. A las pocas semanas, recibo respuesta del P. Moisés, hospedero de la Abadía de Santo Domingo de Silos. Me decía que para reservar plaza, tenía que llamarles tres meses antes del día que tenía pensado ir. Y así hice, y me guardaron una semana en Agosto.


Yo quería ir a un sitio con más gente, dónde poder pensar más en Dios y tratarle de tu a tu. Que sea diferente a casas de oración y con personas de diferente manera de pensar. Con el mismo fin pero distintos. Y allí lo iba a tener. Además de la convivencia con los monjes, que no siempre están cerca.


Ese año no recuerdo dónde trabajaba, pero lo que si tenía muy claro es que ese día, D. m., estaría en Silos y no en la susodicha playa. Para mí y para muchos otros huéspedes no es comparable la playa al silencio monacal. Son la noche y el día. Es más, NO ME GUSTA LA PLAYA. Otro día os diré mis razones.


Bueno pues llegó el día de mi marcha, a las 5.30 sonó el despertador, recogí algunas cosas y a las 6 estaba despidiéndome de mi padre, ya que él era el único miembro de la familia que se atrevió a levantarse a esa hora. Me había trazado el recorrido y sin usar tom-tom ni nada parecido, me fuí por la autopista a Sevilla a oscuras, que rollo viajar de noche!! Y a la salida de Cordoba, paré a desayunar. A media mañana estaba en Madrid, bueno, más bien en el Cerro de los Ángeles, que detrás empezaba la M-40 y ahí llegó el acojonamiento. Tres carriles, la gente con mucha prisa y yo pendiente del cartel dónde dijera N-I (Burgos) y apareció. Seguí hacia fuera de Madrid, con alivio y dando gracias a Dios por no haberme estampao a algún cartel de la M-40 o haberle dado vueltas a Madrid, sin saber dónde se salía para Burgos. Tengo que agradecer a los de mantenimiento de carreteras, que estaba muy bien señalizado y más para un cateto como yo que era la primera vez que usaba la M-40.


Tras mi feliz paso por Madrid, empecé a disfrutar del paisaje de la sierra, de pueblos como Buitrago de Lozoya (con premio!), que me recordaba a una agencia de transportes. Y el tunel que terminaba en cuesta abajo, cojonudo! y tras un par de horas, llegué a Lerma. Y por fin vi una indicación para Santo Domingo de Silos, a 30 Kms. Estaba deseando llegar, tras 8 horas de conducción, tenía mis posaderas como el culo de un mandril !.


Y llegué, y recuerdo que había un tio de negro y capucha, o sea, de hábito benedictino. Que sabía de mi llegada y quería que entrase a tiempo para comer. Y asi fué. Dejé el coche en el patio, junto a una arbol una jartá grande, una secuoya (con otro premio!) y le acompañé dentro. La comida, exquisita, como suele ser en un monasterio.


Despues de comer, me llevó a las celdas de la hospedería, me dió las llaves: dos. Una para la celda y otra, maestra, para acceder a otras zonas del monasterio, que sólo entran huéspedes. 


En otro artículo os pondré mis experiencias humanas y místicas en la Abadía de Silos y su entorno. Lo que si os diré es el slogan de los benedictinos. "Ora et labora": Reza y Trabaja. Yo si iba a rezar, pero lo de trabajar, difícil. Estaba de vacaciones y eso está prohibido. Tenía que descansar el cuerpo y recuperar energía espiritual, que tenía a Dios "casi de vacaciones". Y bien que me recuperé, que volví a tener a Dios como una farmacia de guardia: 24h disponible.


Alá!, que Dios os bendiga y nos mantenga alertas y firmes en la fe.



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