jueves, 19 de abril de 2012

Mis batallitas en Silos... Capitulo 1º

Huerta de Silos, acceso para monjes y huéspedes.
Después de dos meses, me vuelvo animar a contaros mis experiencias místicas y sociales con mis hermanos los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos.

Son gente muy acogedora y cumplen a la perfección con el Capitulo LIII de la Regla de San Benito, y a mi, como a todos, me acogieron como al mismo Cristo, aunque a veces me parecía más al diablo, con mis tonos algo elevados de voz.

En el comedor de la Hospedería el tono de la charla era constante, hasta que me dio por contarle chistes a mi amigo Joaquin, un catalán que conocí allí y que nos hicimos muy amigos. Es un señor grande (gordo) y muy generoso. Por éste motivo yo le decía que no parecía catalán, que no me cuadraba la fama que tienen con su conducta. Eso sí, si coincidía con otro de su "pais", se ponían a hablar en "su lengua", instante que aprovechaba para hacer turismo en solitario. Y el me decía que es un catalán español, pero que en su "pais" hablan más en catalán que en español. Pues a mi como no sea en español, iba a ser un monólogo.

Para los huéspedes, un día normal en la abadía se distribuía entre asistir a la liturgia de las horas: menores y mayores; y hacer turismo, descansar por la huerta, ir al Mesón de Eme a degustar productos típicos, etc. Yo fui al rezo de Vigilias a las 6 de la mañana, creo recordar que sólo iba un vez en cada visita. Y con la mala fortuna de atravesar el Claustro del Ciprés, ese que todos los guiris, como yo, ven en grupos; y en la oscuridad del amanecer, en vez de subir los escalones hacia la iglesia, me metí en la antigua sala capitular y me recibieron unos inquilinos nada simpáticos: murciélagos. Todavía me tiemblan las piernas de recordarlo. Creo que pasé varios días sin ir al Claustro.

Luego va Laudes, Eucaristía, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Y después a la celda. Que el timbrazo que pegan a las 5:45 am, para que acudas a Vigilias, te retumba en toda la hospedería. Y está bien, que allí se reza más que se duerme.

El año que fui por primera vez, estaba de Padre Hospedero, un monje canijillo, con barba y algo serio: Moisés. Y que al tratarlo, era y es un cachondo mental. Tengo que reconocer que aprendí mucho de él. Con él hacíamos el rezo del Santo Rosario, después de Completas y por la huerta. Acudían huéspedes y otras personas del pueblo. Yo aprovechaba para ir delante de Joaquin y tras pasar por los arboles frutales, la rama de turno, impactaba en la barrigota de Joaquin. Travesuras de chiquillos. Y así le devolvía, con humor, sus charlas en catalán. Al terminar el rezo, mi amigo Culé, me dejaba en mi sitio...

Y en el apartado de las comidas, que os voy a contar que no os imaginéis. Se come de escándalo de "gueno". Allí comí el mejor gazpacho de mi vida, y eso que mi tierra los hacen muy ricos. Superó hasta el que hace mi madre, que luego mejoré. El menú es el mismo que el de los monjes y se hace a la misma hora que ellos. Las mesas la atienden varios monjes.
Y nadie pasa hambre, lo que sobra de alguna mesa se ofrece a otras. Y le acompañan vino. Los domingos ofrecen un chupito de licor Benedictine, que hacen ellos. Yo quise repetir, porque sino me iría cojo, y me dijeron que tenía que esperar al próximo domingo... jeje. Todo muy bien.

Y el próximo día, más anécdotas y curiosidades. Espero no cansaros y que os anime a ir y disfrutar de la buena compañía humana y espiritual. Eso sí, en esa comunidad sólo admiten hombres. No se trata de machismo, sino de normas.

jueves, 16 de febrero de 2012

Mi primera visita a Silos, 5 de Agosto de 1995... ayer !

Ya que sabéis mi apodo, os cuento porqué decidí pasar mis vacaciones en un monasterio y no en la playa como hace la mayoría. 


Era el año que estaba de moda el canto gregoriano, que sonaba en los Cuarenta Principales junto al resto de musica pop. Y la gente demandaba otro tipo de música que nos hiciera pensar en algo más que en juerga y ocio. Y yo, ajeno a modas como siempre soy, me dispuse a buscar la dirección postal de esos "cantantes", y le mandé una petición de asilo al Padre Abad. A las pocas semanas, recibo respuesta del P. Moisés, hospedero de la Abadía de Santo Domingo de Silos. Me decía que para reservar plaza, tenía que llamarles tres meses antes del día que tenía pensado ir. Y así hice, y me guardaron una semana en Agosto.


Yo quería ir a un sitio con más gente, dónde poder pensar más en Dios y tratarle de tu a tu. Que sea diferente a casas de oración y con personas de diferente manera de pensar. Con el mismo fin pero distintos. Y allí lo iba a tener. Además de la convivencia con los monjes, que no siempre están cerca.


Ese año no recuerdo dónde trabajaba, pero lo que si tenía muy claro es que ese día, D. m., estaría en Silos y no en la susodicha playa. Para mí y para muchos otros huéspedes no es comparable la playa al silencio monacal. Son la noche y el día. Es más, NO ME GUSTA LA PLAYA. Otro día os diré mis razones.


Bueno pues llegó el día de mi marcha, a las 5.30 sonó el despertador, recogí algunas cosas y a las 6 estaba despidiéndome de mi padre, ya que él era el único miembro de la familia que se atrevió a levantarse a esa hora. Me había trazado el recorrido y sin usar tom-tom ni nada parecido, me fuí por la autopista a Sevilla a oscuras, que rollo viajar de noche!! Y a la salida de Cordoba, paré a desayunar. A media mañana estaba en Madrid, bueno, más bien en el Cerro de los Ángeles, que detrás empezaba la M-40 y ahí llegó el acojonamiento. Tres carriles, la gente con mucha prisa y yo pendiente del cartel dónde dijera N-I (Burgos) y apareció. Seguí hacia fuera de Madrid, con alivio y dando gracias a Dios por no haberme estampao a algún cartel de la M-40 o haberle dado vueltas a Madrid, sin saber dónde se salía para Burgos. Tengo que agradecer a los de mantenimiento de carreteras, que estaba muy bien señalizado y más para un cateto como yo que era la primera vez que usaba la M-40.


Tras mi feliz paso por Madrid, empecé a disfrutar del paisaje de la sierra, de pueblos como Buitrago de Lozoya (con premio!), que me recordaba a una agencia de transportes. Y el tunel que terminaba en cuesta abajo, cojonudo! y tras un par de horas, llegué a Lerma. Y por fin vi una indicación para Santo Domingo de Silos, a 30 Kms. Estaba deseando llegar, tras 8 horas de conducción, tenía mis posaderas como el culo de un mandril !.


Y llegué, y recuerdo que había un tio de negro y capucha, o sea, de hábito benedictino. Que sabía de mi llegada y quería que entrase a tiempo para comer. Y asi fué. Dejé el coche en el patio, junto a una arbol una jartá grande, una secuoya (con otro premio!) y le acompañé dentro. La comida, exquisita, como suele ser en un monasterio.


Despues de comer, me llevó a las celdas de la hospedería, me dió las llaves: dos. Una para la celda y otra, maestra, para acceder a otras zonas del monasterio, que sólo entran huéspedes. 


En otro artículo os pondré mis experiencias humanas y místicas en la Abadía de Silos y su entorno. Lo que si os diré es el slogan de los benedictinos. "Ora et labora": Reza y Trabaja. Yo si iba a rezar, pero lo de trabajar, difícil. Estaba de vacaciones y eso está prohibido. Tenía que descansar el cuerpo y recuperar energía espiritual, que tenía a Dios "casi de vacaciones". Y bien que me recuperé, que volví a tener a Dios como una farmacia de guardia: 24h disponible.


Alá!, que Dios os bendiga y nos mantenga alertas y firmes en la fe.



domingo, 5 de febrero de 2012

Breve explicación de mi apodo...

Hola, 


Antes de nada quiero agradecer a mis hermanos, los monjes de Santo Domingo de Silos, por la buena acogida que me dispensaron, allá por Agosto de 1995. Y que propició hacía mí un encuentro muy cercano con el Señor y que he intentado mantener, años siguientes. Y en otros lugares, aunque en Silos parece que Dios está más cerca.


Soy un creyente más del Pueblo de Dios, que vive la Fe en la medida de mis posibilidades y que trato de compartir con mis cercanos. Y mi "afición" a la vida contemplativa monacal, me hace vivir la presencia de Dios, en cada una de mis actividades.


Y después de ésta introducción, os comento porqué uso el apodo "Fraybenito", que se lo debo a una persona que trabajaba en el mismo local que yo, que me "bautizó" así cuándo supo dónde iba a pasar mis vacaciones. Desde ese momento, él siempre que me veía me llamaba así. Y me gustó. 


Espero que mis hermanos los Benedictinos no vean mal que lo use, que sepan que siempre será para alabar en buen nombre de fundador, San Benito. Y tratar de darles más a conocer. Y como bien decía un monje trapense de Poblet, Agustín Altisent (Q.e.P.D.) "los monjes no sirven para nada, sólo sirven a Dios", que lo es todo.


Y para terminar, tratemos de no anteponer nada al amor de Cristo. Y así seremos más felices.